El latín arcaico estaba
fuertemente dialectalizado. En el Lacio existían diversas hablas: la de Roma y
sus alrededores; el falisco (característico de Faler, al norte) y el prenestino (hablado en Preneste, al este). En el dialecto falisco ai se había reducido a e (por ejemplo, pretod frente a praetor), y esta innovación hacia el siglo II a.C se incorporó al
latín romano (ai > ae > e). En prenestino au pasó a o larga (Plautia > Plotia); este fenómeno aparecerá también en el latín imperial (copo frente a caupo).
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